Un itinerario de imágenes, música y danza se entrelazan para dar testimonio de los modos y costumbres de las comunidades campesinas. Un grito de resistencia e identidad, una compleja trama que se teje entre la degradación de los recursos naturales y las celebraciones que permiten a la comunidad subsanar y recomponer aquello que la historia se niega a escribir.
El llanto silenciado expresa el dolor del sometimiento, pero también la fortaleza de quienes, ante esto, descubren y reafirman su identidad colectiva en el rito de la danza, la memoria de los cuerpos tallados con el relato de la pérdida.